El bar del oro

CERRADO POR CESE DEL NEGOCIO.

lunes, abril 17, 2006

Mi CuEnTo De HaDaS...

Desde el infierno de mi dolor, decido escribirte esta carta. Llevo luto en el alma, y muerte en el corazón. He vuelto en busca de tu alma, y lo único con lo que me encontré fue con la burla de tu sombra. Así que solo me queda escribir y expulsar todo el dolor que mi corazón, desfallecido, tiene aún consigo.

Recuerdo perfectamente el día en que nos conocimos. Nuestras miradas se cruzaron como dos flechas sin destino. Tú, de liso cabello negro y ojos verdes, te fijaste en mí, débil criatura aún en edad de crecer. Decidiste venir a mí, a la vez que yo decidí entregarme a ti, Judas de mis sueños. En medio de todo aquel vaivén de gente, te propusiste a entregarme mi primer beso de amor verdadero. Me cogiste por la cintura, como jarrón delicado que no puede caer ni romperse, y juntaste tus labios con los míos para unirnos en uno solo. Nuestras lenguas bailaron a la luz de la Luna, la cual nos regaló brillo en todo su esplendor. Y, sin pensarlo ni un momento, me propusiste el momento por el cual tu persona nunca saldría de mi vida, ni siquiera para irse al olvido.

Cogiste mi mano con fuerza, para que nunca me fuera de allí. Me subiste a tu vehículo, como princesa en cuento de hadas. Me sacaste de aquel lugar para llevarme a mi cuento particular. Pero, dando un vuelco a las grafías de las páginas, paraste en seco en un lugar oscuro y tenebroso del camino. Te pregunté que porqué paraste, y me diste otro beso para calmarme, a la vez que me pediste que te siguiera. Tu mano sudaba y me cogía con mucha fuerza, hasta tal punto que parecía que me arrastraras. Yo me asusté y no seguí caminando, y me chillaste. Me dijiste que íbamos a tu castillo, donde nadie nos molestaría y no pasaríamos frío. Tonta de mí, me fié de ti, amor de mi vida, y seguí tu camino.

En un momento del camino llegamos al castillo de mi cuento, pero no era el que yo había soñado. Era una casa abandonada, sucia y con las ventanas destrozadas. No tenía luz y olía muy mal. Me dirigí a ti, protagonista de mi historia, y te dije que aquel lugar me daba miedo, que nos fuéramos de allí. En ese mismo momento, me abrazaste, me diste un beso, y comenzaste a tocarme. Yo estaba muy incómoda y supliqué que pararas, que me estabas haciendo daño; Pero no lo hiciste, y seguiste haciéndome daño. Yo lloraba y chillaba pidiendo auxilio, como hija de un rey en la ventana de la torre para ser salvada pero, con mirada malévola, dijiste que era inútil, que nadie me iba a oír, y que disfrutara del momento. Mi cuento de hadas se había convertido en una de mis peores pesadillas.

Hubo un momento en que decidí apartarme de ti e intenté huir, pero me pegaste en mi delicada cara, dejándome inmóvil. Inesperadamente, sacaste de algún lugar una cuerda y me ataste a una mesa, cual cárcel no deseo a nadie. De ahí solo recuerdo dolor, tanto físico como anímico. Lloraba desconsoladamente por el príncipe malvado que me había estropeado el cuento que, año tras año, fui preparándome para escribir en un futuro. Ahora, todo aquel cuento se había borrado y reescrito por ti, asesino de mis pensamientos.

Habiendo disfrutado de mi cuerpo virgen durante horas y horas me cogiste, tal y como habías disfrutado de mi, y me volviste a subir al carruaje de la muerte. Me seguías dando besos de puro veneno y me ataste el cinturón. ¿Para qué lo hiciste, después de herirme cuerpo y corazón? Después de otro angustiado momento, decidiste arrancar y volverme a dejar en el sitio donde me habías conocido. Volviste al lugar donde recogiste a tu víctima de amor, y me dejaste allí, yaciente en el suelo, hasta que un nuevo príncipe me viniera a rescatar. Me diste un último beso amargo y te fuiste de allí, cobarde.

Han pasado dos meses desde aquel momento, y aun tengo secuelas. Ni duermo, ni como, ni salgo a la calle. Llevo en la cárcel de mi torreón desde aquel día en que te proclamaste en mi príncipe azul y mi verdugo a la vez. Por eso, desde mi lecho de muerte, he decidido morir. Mi frágil cuerpo y mi alma destrozada no aguantan más el sufrimiento. Mis ojos ya no contienen lágrimas, pues ya se han secado de tanto derramarlas por ti. Mi propio cuerpo no puede sostener el peso de mi pena y anda como alma errante en busca de alivio. He decidido acabar a cuchilladas con mi vida; cada una de ellas va dedicada a cada hora que tu, ser malévolo, me arrebataste de mi cuento de hadas.

Comienzo a ver como la sangre cae por mis sufridos brazos. Pierdo parte de la sensibilidad y de la visión. Por primera vez en mucho tiempo, comienzo a sentirme bien. Me están viniendo a rescatar de mi torre…
Aunque solo me queda decirte una última cosa: No vuelvas a borrar más cuentos. Cada persona tiene su vida escrita en uno de ellos. Por desgracia, mi cuento está escrito por ti. Nunca más vuelvas a borrar otro porque, desde mi cielo, me encargaré que quemen el tuyo, asesino de niñas.

Adiós…
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Que todo el mundo sepa que no es una experiencia propia. No os alteréis; me vino la inspiración y, como todos bien sabéis, yo solo escribo cosas tristes.
Espero que, por lo menos, os guste, jejejejeje.
¡¡Un beso a todos!!